¿Por qué seguimos con el 2 de octubre del 68?

Este pasado martes se cumplieron 50 años de la famosa Matanza de Tlatelolco en la cual participaron estudiantes de la UNAM y del IPN, habitantes de las unidades habitacionales de dicho lugar, el Ejército Nacional, la CIA y por supuesto el Gobierno Mexicano; ha pasado algo de tiempo y la gente sigue indignada por el acontecimiento ya sea por parte de quienes vivieron los hechos como de quienes han vivido situaciones similares relacionadas a la represión y de otros que sin haber estado ahí entienden la magnitud de la tragedia pues esto se ha vuelto un objeto de estudio en varios ámbitos, pues contradiciendo a lo que dijo Gustavo Díaz Ordaz sí hay un México antes y después de Tlatelolco.

Las causas de la lucha estudiantil son varias pero quizás la más importante es la lucha contra el excesivo conservadurismo mexicano en una era que estaba ante muchos cambios sociales y de ideologías que hasta la fecha perduran, la revolución sexual, la música rock y los hippies, la carrera espacial, la Guerra de Vietnam y su transmisión por televisión, los movimientos feministas y las primeras manifestaciones de homosexuales; además de agregar fenómenos nacionales como la represión policiaca por un partido de fútbol americano y la extrema vigilancia de las autoridades, el apogeo de la dictadura priísta y la escasa libertad de expresión y señalamiento del pueblo hacia las máximas figuras políticas sobretodo a alguien tan autoritario como Díaz Ordaz, quien ingenuamente creía que México era un territorio neutral a las problemáticas de la sociedad internacional, hay que recordar que en Europa también había manifestaciones de estudiantes y huelgas sobretodo en el Mayo Francés y la Primavera de Praga, agregar en Estados Unidos el movimiento hippie y racial y el apogeo de la victoria de la Revolución Cubana y la mano seductora del comunismo deambulaba entre la juventud mundial; el Presidente Mexicano no esperaba que su territorio también estuviera rodeado de estudiantes y sociedad civil en busca de derechos mientras ellos en el gobierno controlaran los medios, los apoyos económicos, la salud y la energía, además del enorme poder de la Iglesia que siempre ha tenido en México a pesar de no participar activamente en la política pero sí de manera indirecta.

El hecho de que estos crimenes de asesinato, desaparición forzada y encarcelamiento no hayan sido esclarecidos le agrega mayor morbo, el suceso causa fascinación y conmueve a nuevas generaciones que año tras año se unen a las marchas (hablando por supuesto de quienes lo hacen con respeto y no con desviaciones políticas y de su propio interés); la figura de Gustavo Díaz Ordaz también es parte indispensable de esta historia, es el villano y a la vez el protagonista de esta historia, tiene todo el perfil de un líder autoritario y repudiado, su aspecto físico acabado con las enormes responsabilidade, su extremo conservadurismo y poder de convocar al ejército a un plan para eliminar las posibles amenazas que atenten no solo contra su imagen sino contra el partido imperante, contra el sistema económico capitalista, contra su relación con Estados Unidos, no es de sorprenderse que él y Echeverría trabajaran en alianza con la CIA.

La pregunta es ¿Los estudiantes de verdad querían arruinar el sistema? Para los fanáticos del comunismo sí pero irónicamente para los conservadores y personas de ultra derecha también, no hay nadie que tenga un punto intermedio o que esté de parte de los estudiantes, a veces hay solo ideologías a conveniencia en la actualidad, es otra de las razones por lo que la historia no tiene que ser olvidada, sobre el verdadero legado que dejaron los participantes del movimiento independientemente si tenían tendencias hacia algún lado político-social, una de las grandes luchas fue la libertad de expresión, en aquellos tiempos mencionar al presidente de forma satírica en cualquier medio de comunicación era considerado un delito donde se le perseguía al autor, se le encarcelaba, desaparecía o asesinaba, el 68 abrió la brecha para poco a poco conseguir una apertura en los medios los cuales eran controlados por el estado aunque no del todo inmediata, es decir no hubo nunca un periodista que realmente decidiera al igual que los estudiantes retar al sistema autoritario y muchos de ellos se llevaron secretos a la tumba por conveniencia del gobierno o de sus intereses personales, profesionales y económicos sin darle la importancia al tema hasta varios años después incluso después de que finalizara la dictadura priísta.

Pero los más conservadores dirán que los estudiantes atentaban contra las Olimpiadas de aquel año en la Ciudad de México, mientras que los amantes del comunismo dirán que era necesario cancelarlas, podríamos decir que hay parte de razón en ambas partes, los manifestantes tenían en la cancelación de este evento una de sus prioridades pues eran un enorme gasto para el Estado, además de usarlo como propaganda del supuesto progreso que estaba teniendo el país hacia el mundo, uno que a pesar de vivir el apogeo del denominado 'Milagro Mexicano' su pueblo seguía en la pobreza extrema, con problemas en calidad educativa, con rezago en el campo, con una indiferencia hacia los estados de la provincia derivado de un excesivo centralismo y lo ya mencionado al extremismo conservador y autoritario del gobierno; eso sin mencionar las consecuencias que traería la organización como la deuda y los impuestos inventados como la tenencia, con todo esto los Juegos Olímpicos de México han sido uno de los más mencionados por el antes, durante y después.

La importancia de recordar el 2 de octubre es precisamente para que no se repita, y aunque ha habido otros sucesos de represión como la Guerra Sucia de Echeverría, Ayotzinapa, Acteal, Tlatlaya y otros eventos de esta categoría (que también merecen su sentido homenaje) el 2 de octubre de 1968 en Tlatlelolco sí ha dejado un legado ya que sin el no habría bandas como Molotov criticando a los periodistas y políticos (aunque este no sea del gusto de todos), no existiría la Universidad Autónoma Metropolitana y otras escuelas de nivel superior, Vicente Fox no habría salido parodiado en nada más y nada menos que en Televisa, Enrique Peña Nieto no se habría prestado a un sketch con Chumel Torres, no tendríamos materiales cinematográficos o documentales basados como la más reciente serie Extraño Enemigo o El Grito y tampoco existiría una corriente literaria que provocó esta tragedia en los textos de Luis González de Alba, Carlos Monsivaís, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Edmundo Jardón y hasta Elena Poniatowska, es decir, hay un trasfondo cultural tanto artístico como pop, hay homenaje y hay momentos que nos hace no olvidar.

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