Detrás del "Ódiame más".
Hablar de la Liga MX, es hablar de uno de los torneos de fútbol más impredecibles del mundo, pero donde todos y cada uno de los equipos tienen un perfil bastante diferente y que los hace únicos no solo en México sino en todo el mundo; pero hay un equipo bastante particular que tiene quizás el perfil más polémico de todos y es sin duda el que maneja el Club de Fútbol América S.A. de C.V.; considerado el club más odiado en todo el país por sus detractores, pero el amor de toda la vida de sus fanáticos ¿A qué debemos este amor-odio hacia uno de los clubes más populares de México? ¿Cómo nace esta especia de odio/coraje/envidia/rencor?
Es aquí cuando pasamos a otros de los generadores, que es el aficionado, el alma de todo equipo de fútbol, el creyente y defensor del mismo, todos los equipos tienen a aquellos que tendrán los argumentos necesarios para demostrar que su equipo es mejor que otros en varios aspectos (Títulos, cánticos, ambiente, tradición, entre otros); en el caso del americanista es algo que excede los límites de todo esto que acabo de mencionar, pues este individuo pasa del apoyo al orgullo y al ego; los éxitos tanto nacionales como internacionales del club se vuelven en la máxima gloria del fútbol mexicano; no hay otra cosa en la que piense el aficionado más que en el club; y es que el América tiene un poder mercadológico bastante influyente que no tienen otros clubes; tanto por productos oficiales del club o del mismo Televisa como de terceras personas (Piratas me atrevo a decirlo); es común ver en las calles de todo México artículos del club, van desde las playeras, hasta banderines, encendedores, tarros, chamarras, carcasas para celulares, carteras, etc. El aficionado del América es un personaje bastante particular, su ego y orgullo lo lleva al grado del exhibicionismo excesivo, una especie de reto hacia sus rivales, sobretodo con los acérrimos rivales (Chivas, Cruz Azul y Pumas), es tal grado la obsesión por llamar la atención que recaemos en el famoso "naco"; como es bien sabido, el América es popular, y como muchas de las cosas en exceso populares y sin control en cuestiones de diseño, persona y orden público son consideradas nacas; sin embargo hay gente que si bien, no es considerada del orden popular o de la corriente de las clases bajas, también apoyan al América, las clases medias y altas también se encuentran quizás no en el ramo de lo naco, pero sí del exhibicionismo y del ego, cuestiones que en el mexicano al obtener más poder también busca elementos que alimenten ese poder, y qué mejor que uno de los equipos más ganadores del fútbol mexicano, seamos honestos, va a ser muy raro que una persona "adinerada" o "poderosa" se encuentre apoyando a equipos como Chiapas, Atlante o Puebla; clubes que no demuestran un poderío a nivel económico, mercadológico y hasta deportivo; cosa que el América se los da, incluso por encima de rivales que podrían gozar del mismo apoyo como Chivas, Tigres o Monterrey; es sencillo, mezclamos una mercadotecnia de propios y terceros, exhibicionismo egolatra histérico y el populismo obtenido de los medios y espectáculos nacionales y obtenemos como resultado al americanista promedio.
Así como hay bastantes americanistas también hay bastantes anti-americanistas, es raro que un equipo en alguna liga del mundo que sea odiado por prácticamente todos los rivales a los que se presenta, no solamente por los clubes clásicos, sino por todas las canchas que visite el América, incluyendo equipos dentro y fuera de México e incluso de la Primera División; todo aquel ajeno al equipo de Coapa está predestinado a ser anti-americanista ¿Qué es lo que fomenta esta conducta opuesta al amor al América? Así como el mexicano se deja influir por los medios, la mercadotecnia y lo que implica el deporte más popular en el país, también hay varios detalles, entre ellos una especie de democratización del fútbol, así como existe el América, también hay otros equipos regados por el país y hay quienes deciden apoyar a otros equipos por varias cuestiones: herencia familiar, ciudad de origen, logros deportivos recientes, popularidad del equipo por parte de los medios o simplemente por no seguir una cadena de apoyo a cierto equipo. De igual manera, apoyar a otro equipo te hace ser una supuesta víctima del americanista promedio, es posible que seas blanco de sus burlas a la hora de ser derrotado por su equipo, sentirse menos al ser un equipo inferior en logros deportivos y hasta ser mandado a la categoría inferior de la pobreza económica, social y deportiva por no ser de los colores crema y azul, ¿Cómo no odiar a un ser que se cree superior a ti sin serlo? Aunado a las derrotas en momentos importantes hace que la herida provocada por el egocentrismo americanista sea más grande y por tanto crece también el rencor. Sin embargo el americanismo como el antiamericanismo son dos corrientes que llegan a salirse de control y recaen ambos en el mismo juego de la histeria exhibicionista, por una parte el América que goza de los triunfos de su equipo y por otro el que goza de las derrotas del mismo, ni héroes ni villanos, solo una fijación excesiva hacia el vuelo o caída del Águila.
Pero a todo esto ¿Dónde queda lo deportivo? Cierto, otro factor bastante importante, el América como lo mencioné anteriormente a partir de la compra por parte de Emilio Azcarraga Vidaurreta y Telesistema Mexicano, empezaron a despegar los éxitos deportivos para el club de Coapa, entre ellos, los actuales 12 títulos de liga, 3 Copas México, 5 Copas de Campeones de CONCACAF, 2 Copas Interamericanas, 1 Copa de Gigantes de CONCACAF y además un subcampeonato de la Copa Sudamericana; conseguido por jugadores de renombre que van desde José Alves hasta Miguel Layún, pasando por Cuauhtemoc Blanco, Guillermo Ochoa, Claudio López, Cristóbal Ortega, Daniel Brailovsky, Eduardo Bacas, Pavel Pardo, Zague, Enrique Borja, Alfredo Tena, Héctor Miguel Zelada, Salvador Cabañas, Christian Benitez, Carlos Reinoso y muchos otros nombres de peso más, pero detrás de estos jugadores también hubo directores técnicos que se convertirían también en símbolos del club, como José Antonio Roca, Miguel Herrera, Mario Carrillo, Manuel Lapuente y hasta el mismo Carlos Reinoso. Todos estos nombres y logros se convirtieron no solamente en las bases de un equipo exitoso, sino también en acrecentar el ego americanista, convertir todos estos logros y personajes en símbolos del significado de ser americanista y por supuesto en generar las envidias entre los demás equipos.
Sin embargo, el América también ha sido significado de comentarios y burlas en su contra por nombres de varios jugadores, directivos y entrenadores que atentaron contra el orgullo americanista, los villanos que son considerados petardos, fraudes o troncos; aquellos que fueron causes de algunas de las sequías económicas y deportivas del club, nombres como Michel Bauer, Fantick, Djalminha, Víctor Manuel Aguado, Daniel Bilos, Sebastián Saja, Lucas Castroman, Ramón Díaz, entre muchos otros nombres que le causan una verdadera gastritis a los americanistas, pero que generan el gusto de los antiamericanistas por considerarlos participes de los logros de sus equipos sobre las Águilas; sin embargo, en palabras de uno de los petardos el defensa argentino Sebastián Dominguez, ha considerado al club como elitista, no un grande deportivamente hablando, pues las exigencias son demasiadas para un club en el área de CONCACAF, y lo peor del caso es que tiene razón, el América a pesar de ser un club grande en México, no lo es a nivel mundial pero sus exigencias son igual o incluso mayores que las de clubes de renombre como el Real Madrid, el Bayern Munich, el Manchester United o el mismo River Plate; pero las exigencias están hasta cierto punto justificadas, es obvio que si un equipo no gana, pierde no solamente títulos, liguillas y puntos, sino también ganancias económicas basadas en todo lo que representa el club, y para uno tan inflado y sobrevalorado como el mismisimo América es obvio que hay que cuidar que esas ganancias suban y no bajan, van desde destituir directivos, jugadores o técnicos temprano o en un momento que no cumplan un título (Preguntenle a Mario Carrillo), exigirles el título cuando no lo merecen, vender entradas a como de lugar, poner campañas publicitarias polémicas y atrevidas, cualquier movimiento desesperado con tal de conseguir el ansiado título en la competencia que se le atraviese al club, y es que se dice que solo hay dos formas de brillar y salir del América, siendo una leyenda como Carlos Reinoso, o siendo un petardo como el mismo Dominguez.
Azcarraga Vidaurreta y Guillermo Cañedo jamás se imaginaron que el americanismo se convertiría en toda una institución deportiva, mercadológica, social, popular y hasta económica; herencia de orgullo excesivo para las futuras generaciones de americanistas y por supuesto, heredar el odio de los demás.
Partiendo desde su historia, los primeros 40 años de existencia del América no podrían significar gran cosa, destaca un tetracampeonato en la época amateur, su reciente rivalidad con las Chivas en los inicios del profesionalismo, tres Copas México; en cuestiones deportivas no hay nada destacado, su afición no era la más popular en aquel entonces, no había ganado su primer título de liga profesional, pero llegaría uno de los factores que fomentarían el odio hacia este equipo, la compra del América en 1959 por parte de Telesistema Mexicano, quien después sería conocido como Televisa; Emilio Azcarraga Vidaurreta, fundador de la televisora admitió que no sabía nada de fútbol pero pondría las bases para que el América no solo fuera el equipo más grande de la Ciudad de México, sino de todo el país ¿Lo cumplió? Digamos que Vidaurreta superó en exceso las expectativas originales, puso a un directivo inteligente como Guillermo Cañedo al frente del equipo, construyó el Estadio Azteca, el América ganó su primer título de liga y creó uno de los equipos más comercializados en el medio nacional.
A partir de aquí partimos con uno de los generadores del odio, y es precisamente Televisa; quien se ha hecho de varios medios para seguirle generando popularidad al América a base de diversos trucos, desde los más sencillos como la transmisión de sus partidos hasta tener figuras influyentes en su medio que apoyan al equipo (Chabelo, Chespirito y el 'Loco' Váldez), ponerlo siempre como favorito entre sus programas y conductores, componerle un himno y hasta hacer campañas publicitarias con frases atrevidas; ningún dueño de algún otro equipo ha logrado hacer esto, ni Chivas con Jorge Vergara, ni Cruz Azul con "Billy" Álvarez, ni el Toluca con la familia Díez y difícilmente lo conseguirá Carlos Slim con León o Pachuca. Por supuesto que el valor inflado y hasta sobrevalorado que le da Televisa al América genera dos cosas: el hartazgo o el interés; el mexicano promedio y/o popular consumidor de televisión es una persona que puedes manipular fácilmente con la televisión abierta, y al tener esta una cobertura prácticamente total del territorio nacional era obvio que en ya más de 50 años desde la compra del equipo por parte de la televisora que la popularidad del América iba a trascender, tanto para bien como para mal.
Es aquí cuando pasamos a otros de los generadores, que es el aficionado, el alma de todo equipo de fútbol, el creyente y defensor del mismo, todos los equipos tienen a aquellos que tendrán los argumentos necesarios para demostrar que su equipo es mejor que otros en varios aspectos (Títulos, cánticos, ambiente, tradición, entre otros); en el caso del americanista es algo que excede los límites de todo esto que acabo de mencionar, pues este individuo pasa del apoyo al orgullo y al ego; los éxitos tanto nacionales como internacionales del club se vuelven en la máxima gloria del fútbol mexicano; no hay otra cosa en la que piense el aficionado más que en el club; y es que el América tiene un poder mercadológico bastante influyente que no tienen otros clubes; tanto por productos oficiales del club o del mismo Televisa como de terceras personas (Piratas me atrevo a decirlo); es común ver en las calles de todo México artículos del club, van desde las playeras, hasta banderines, encendedores, tarros, chamarras, carcasas para celulares, carteras, etc. El aficionado del América es un personaje bastante particular, su ego y orgullo lo lleva al grado del exhibicionismo excesivo, una especie de reto hacia sus rivales, sobretodo con los acérrimos rivales (Chivas, Cruz Azul y Pumas), es tal grado la obsesión por llamar la atención que recaemos en el famoso "naco"; como es bien sabido, el América es popular, y como muchas de las cosas en exceso populares y sin control en cuestiones de diseño, persona y orden público son consideradas nacas; sin embargo hay gente que si bien, no es considerada del orden popular o de la corriente de las clases bajas, también apoyan al América, las clases medias y altas también se encuentran quizás no en el ramo de lo naco, pero sí del exhibicionismo y del ego, cuestiones que en el mexicano al obtener más poder también busca elementos que alimenten ese poder, y qué mejor que uno de los equipos más ganadores del fútbol mexicano, seamos honestos, va a ser muy raro que una persona "adinerada" o "poderosa" se encuentre apoyando a equipos como Chiapas, Atlante o Puebla; clubes que no demuestran un poderío a nivel económico, mercadológico y hasta deportivo; cosa que el América se los da, incluso por encima de rivales que podrían gozar del mismo apoyo como Chivas, Tigres o Monterrey; es sencillo, mezclamos una mercadotecnia de propios y terceros, exhibicionismo egolatra histérico y el populismo obtenido de los medios y espectáculos nacionales y obtenemos como resultado al americanista promedio.
Así como hay bastantes americanistas también hay bastantes anti-americanistas, es raro que un equipo en alguna liga del mundo que sea odiado por prácticamente todos los rivales a los que se presenta, no solamente por los clubes clásicos, sino por todas las canchas que visite el América, incluyendo equipos dentro y fuera de México e incluso de la Primera División; todo aquel ajeno al equipo de Coapa está predestinado a ser anti-americanista ¿Qué es lo que fomenta esta conducta opuesta al amor al América? Así como el mexicano se deja influir por los medios, la mercadotecnia y lo que implica el deporte más popular en el país, también hay varios detalles, entre ellos una especie de democratización del fútbol, así como existe el América, también hay otros equipos regados por el país y hay quienes deciden apoyar a otros equipos por varias cuestiones: herencia familiar, ciudad de origen, logros deportivos recientes, popularidad del equipo por parte de los medios o simplemente por no seguir una cadena de apoyo a cierto equipo. De igual manera, apoyar a otro equipo te hace ser una supuesta víctima del americanista promedio, es posible que seas blanco de sus burlas a la hora de ser derrotado por su equipo, sentirse menos al ser un equipo inferior en logros deportivos y hasta ser mandado a la categoría inferior de la pobreza económica, social y deportiva por no ser de los colores crema y azul, ¿Cómo no odiar a un ser que se cree superior a ti sin serlo? Aunado a las derrotas en momentos importantes hace que la herida provocada por el egocentrismo americanista sea más grande y por tanto crece también el rencor. Sin embargo el americanismo como el antiamericanismo son dos corrientes que llegan a salirse de control y recaen ambos en el mismo juego de la histeria exhibicionista, por una parte el América que goza de los triunfos de su equipo y por otro el que goza de las derrotas del mismo, ni héroes ni villanos, solo una fijación excesiva hacia el vuelo o caída del Águila.
Pero a todo esto ¿Dónde queda lo deportivo? Cierto, otro factor bastante importante, el América como lo mencioné anteriormente a partir de la compra por parte de Emilio Azcarraga Vidaurreta y Telesistema Mexicano, empezaron a despegar los éxitos deportivos para el club de Coapa, entre ellos, los actuales 12 títulos de liga, 3 Copas México, 5 Copas de Campeones de CONCACAF, 2 Copas Interamericanas, 1 Copa de Gigantes de CONCACAF y además un subcampeonato de la Copa Sudamericana; conseguido por jugadores de renombre que van desde José Alves hasta Miguel Layún, pasando por Cuauhtemoc Blanco, Guillermo Ochoa, Claudio López, Cristóbal Ortega, Daniel Brailovsky, Eduardo Bacas, Pavel Pardo, Zague, Enrique Borja, Alfredo Tena, Héctor Miguel Zelada, Salvador Cabañas, Christian Benitez, Carlos Reinoso y muchos otros nombres de peso más, pero detrás de estos jugadores también hubo directores técnicos que se convertirían también en símbolos del club, como José Antonio Roca, Miguel Herrera, Mario Carrillo, Manuel Lapuente y hasta el mismo Carlos Reinoso. Todos estos nombres y logros se convirtieron no solamente en las bases de un equipo exitoso, sino también en acrecentar el ego americanista, convertir todos estos logros y personajes en símbolos del significado de ser americanista y por supuesto en generar las envidias entre los demás equipos.
Sin embargo, el América también ha sido significado de comentarios y burlas en su contra por nombres de varios jugadores, directivos y entrenadores que atentaron contra el orgullo americanista, los villanos que son considerados petardos, fraudes o troncos; aquellos que fueron causes de algunas de las sequías económicas y deportivas del club, nombres como Michel Bauer, Fantick, Djalminha, Víctor Manuel Aguado, Daniel Bilos, Sebastián Saja, Lucas Castroman, Ramón Díaz, entre muchos otros nombres que le causan una verdadera gastritis a los americanistas, pero que generan el gusto de los antiamericanistas por considerarlos participes de los logros de sus equipos sobre las Águilas; sin embargo, en palabras de uno de los petardos el defensa argentino Sebastián Dominguez, ha considerado al club como elitista, no un grande deportivamente hablando, pues las exigencias son demasiadas para un club en el área de CONCACAF, y lo peor del caso es que tiene razón, el América a pesar de ser un club grande en México, no lo es a nivel mundial pero sus exigencias son igual o incluso mayores que las de clubes de renombre como el Real Madrid, el Bayern Munich, el Manchester United o el mismo River Plate; pero las exigencias están hasta cierto punto justificadas, es obvio que si un equipo no gana, pierde no solamente títulos, liguillas y puntos, sino también ganancias económicas basadas en todo lo que representa el club, y para uno tan inflado y sobrevalorado como el mismisimo América es obvio que hay que cuidar que esas ganancias suban y no bajan, van desde destituir directivos, jugadores o técnicos temprano o en un momento que no cumplan un título (Preguntenle a Mario Carrillo), exigirles el título cuando no lo merecen, vender entradas a como de lugar, poner campañas publicitarias polémicas y atrevidas, cualquier movimiento desesperado con tal de conseguir el ansiado título en la competencia que se le atraviese al club, y es que se dice que solo hay dos formas de brillar y salir del América, siendo una leyenda como Carlos Reinoso, o siendo un petardo como el mismo Dominguez.
Azcarraga Vidaurreta y Guillermo Cañedo jamás se imaginaron que el americanismo se convertiría en toda una institución deportiva, mercadológica, social, popular y hasta económica; herencia de orgullo excesivo para las futuras generaciones de americanistas y por supuesto, heredar el odio de los demás.
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