Otra cachetada de realidad.
Nuevamente la Selección Mexicana cayó en octavos de final esta vez a manos de Brasil, ya con esto han sido 24 años de quedarse en la misma fase una y otra vez con distintas fallas, cada derrota es diferente, las series de penales, las volteretas, tarjetas rojas, genialidades de último minuto, planteamientos basados en el favoritismo, erorres arbitrales y la más reciente falta de estudio sobre el rival; tintes dramáticos que terminan en tragedia donde jamás se da el famoso quinto partido, lo cual parece ya una utopía y mucha gente se pregunta ¿Por qué México no puede dar muestras contundentes para pasar a dicha ronda?
En estos momentos es fácil señalar al técnico Juan Carlos Osorio, y podemos decir que de cierta manera sí es el responsable por el planteamiento, sus polémicas rotaciones y cambios de posición y las limitaciones que presentaron ciertos elementos convocados; no podemos dudar que el entrenador colombiano es un estudioso del fútbol y que sorprendió con el partido frente a Alemania, pero tanto la derrota contra Suecia como contra Brasil fueron parte de un esquema pésimamente planteado, poco conocimiento del rival, exceso de confianza y por supuesto nula capacidad de respuesta derivado de una mentalidad que ya no le concierne a Osorio, porque ese es un asunto que viene arrastrando la Selección desde hace ya décadas, por lo que no podemos decir que es 100% culpa del técnico, porque no es presente, es un pasado que trae las consencuencias que vimos la mañana del lunes 2 de julio.
La mentalidad es un trabajo con el que siempre se ha batallado con el jugador mexicano, algunos seleccionados mencionaban que iban a Rusia 2018 para ser campeones del mundo bajo el famoso lema "imaginemos cosas chingonas", la motivación es una cosa pero el partido contra Brasil nos indicó otra, no basta la imaginación, se necesitan que esas "cosas" se pongan en la realidad con un proyecto que de verdad se enfatice en eliminar los males que no le permiten a México avanzar al famoso quinto partido y más allá; una de ellas es irónicamente la obsesión por los cuartos de final, la desesperación y los excesos de confianza son producto de una mentalidad que se tiene que trabajar no solo con los veteranos sino con los juveniles y las fuerzas básicas, y para que estos se fortalezcan necesitan competencia, no enfrentarse a los grandes solamente en Copas del Mundo sino en todos los aspectos.
Para conseguir una competencia de verdad que exija a tus jugadores no es solamente mandándolos a equipos de Europa o a un torneo internacional de la FIFA, sino también dentro del área, la CONCACAF le ha ofrecido a México por muchos años y sobretodo los más recientes tiempos la excesiva comodidad de darle prácticamente regalado el pase al Mundial no solamente de Selecciones sino de Clubes, en ocasiones incluso sin merecerlo, y al mismo tiempo el fútbol mexicano ha estado en una zona de comfort con la confederación, el beneficio deportivo-económico en ambos se mantiene porque "no pueden vivir uno sin el otro"; de esta manera el 'Tri' menospreciando rivales que por mucho tiempo aplastó y que en ocasiones le complicaron diversas eliminatorias le ha generado una excesiva confianza la que impide que se le compita a los grandes en diversas competencias internacionales; los rivales (que con todo respeto) tienen tan pocos recursos para competirle a la Liga MX o a la Selección la han vuelto confianzuda, crecida e incluso inflada; alguien tiene que bajarle los humos a estos equipos, y la opción, México necesita mudarse a la CONMEBOL y volver a los torneos sudamericanos de clubes, ese sitio que puede retarlo, ponerlo en su lugar, darle la competencia que necesita e incluso que el mundo volteé más al talento nacional, ganarte un pase al lado de Brasil, Argentina y Uruguay te da mejor prestigio y motivación que con los clásicos del hexagonal.
Pero obviamente la competencia internacional no es nada si en lo nacional tampoco está exigiendo y es claro que la Liga MX no es nada exigente, al contrario, el torneo corto con liguilla ha permitido varias veces la irregularidad y el conformismo, además de que un país con tanta variedad de equipos tenga solamente 18 en Primera División, las normativas sobre el descenso, ascenso y el cuaderno de cargos son verdaderamente ridículas, no hay fortaleza de la liga, los clubes son incapaces de competir en el Mundial de Clubes, la planeación del calendario de ambos torneos está hecha para que prácticamente tengamos juegos casi todos los días, para que el producto sea consumido en exceso pero no valorado, los proyectos de os clubes obligan a dar resultados rápidos y no a una estructura a futuro con fuerzas básicas, se necesita un torneo largo tanto de liga (sin liguilla) como de copa (sin grupos) para adaptarse a las competencias internacionales y que se valore más el torneo, que sea más accesible para todos los clubes independientemente de sus aforos, que existan mejores planes económicos para evitar la enorme contratación de extranjeros que después terminan siendo deshechados y se le dé prioridad a los jóvenes mexicanos, una liga fortalecida en deporte y economía y no en lo segundo mencionado.
Si los clubes compiten con buenas proyecciones dentro del torneo, se le da prioridad al jugador mexicano (y más a los jóvenes) y compite de manera digna en torneos internacionales la venta de jugadores a Europa, que es otra cosa que hace falta, futbolistas nacionales que se encuentren en los clubes más reconocidos, es cierto que hay una base en el Viejo Continente pero la mayoría pertenecen a equipos de mediana categoría, son campeones por supuesto pero de ligas emergentes como la holandesa o la portuguesa, se necesita que clubes como Real Madrid, Paris Saint-Germain, Barcelona, Juventus, Bayern Munich, Manchester City, Chelsea, Manchester United, Liverpool, Atlético de Madrid e incluso el Borussia Dortmund apuesten por al menos cinco jugadores que se conviertan en la base motivacional tanto de los clubes medios europeos o de la Liga MX; tal como lo hace en este momento Guillermo Ochoa, considerado el MVP y el héroe de esta tragicomedia llamada Rusia 2018.
Pero por supuesto los directivos no están interesados en nada de esto porque valen más las ganancias rápidas y mantener cautivo al público con partidos moleros, una liga saturada y competir en torneos internacionales de categorías risibles y todo por la disque eterna búsqueda del quinto partido, aún que progresar futbolísticamente hablando significan ganancias a futuro y un mejor prestigio para sus inversiones, pero si todo esto ya le sonó bastante utópico y que son planes imposibles, entonces sí, se vale seguirse ilusionando, el aficionado siempre es el perjudicado.
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