Un invento capitalista llamado "Día de San Valentín".

A comparación de muchas otras festividades incluyendo la Navidad, el 14 de Febrero (AKA Día de San Valentín o Día del Amor y la Amistad) es el ejemplo perfecto de como las actitudes de la sociedad de consumo capitalista se ven envueltas distintos cambios de humor que afectan tanto a solteros como parejas y en menor medida a las amistades; en esta ocasión decidí sacar mi lado comunista para dar a entender este momento en que el dinero y el comercio lejos de convertirse en una satisfacción sentimental se convierte en un vacío comercial decorado con corazones y pintado de rojo o rosa.

Primero que nada ¿Quién demonios es San Valentín?
Por increíble que parezca, pero esta festividad no fue creada por los consorcios comerciales que empezaban a emerger en el siglo XIX como muchos creen, San Valentín sí existió, sí fue un Santo oficial y lo más curioso es que sí realizó milagros, Valentín de Terni fue uno de los Tres Santos Mártires durante la todavía existencia del Imperio Romano a mediados del año 200 d.C; este sacerdote consideraba injustas las leyes de matrimonio que impuso el Emperador Claudio II, quien decía que los jóvenes solteros sin familia tenían mejor condición para ser soldados, el sacerdote consideraba esto injusto y celebró misas de matrimonio para estos jóvenes (De ahí su popularidad como Patrono de los Enamorados), el Emperador al enterarse de estas celebraciones encarcela a Valentín, este a pesar de los milagros mostrados a él y a sus oficiales este siguió preso y ejecutado el 14 de Febrero del año 270, la leyenda cuenta que Julia, quien había nacido ciega y que Valentín le había devuelto la vista en honor a ese milagro en su tumba sembró un almendro de flores rosadas, de ahí el sentido de regalar flores y en ese mismo color; la Iglesia Católica lo canonizó en el año 498 durante el mandato del Papa Gelasio I, sin embargo la festividad se borró del calendario ecleseastico en el año 1969 por no considerar la leyenda de Valentín de Terni de forma verídica, aunque el Papa Francisco I el año pasado celebró una especie de regreso del sentido religioso a esta festividad.

¿Cómo una festividad católica se convirtió en el símbolo del capitalismo festivo?
A mediados del siglo XIX en Estados Unidos se empezaron a distribuir las primeras tarjetas de San Valentín (Conocidas hasta la fecha como "Valentines"), aunque ya era común que las parejas se regalaran flores de temporada y por supuesto acudir a la misa de San Valentín en agradecimiento a la prosperidad de las parejas pues también era una fecha festiva para los Ortodoxos y Anglicanos; conforme el comercio fue creciendo sobretodo en América y Europa Occidental iban sacando las primeras promociones y tentaciones de regalos para las parejas, los lujos de clase burguesa se iban haciendo de alguna manera "más accesibles", las primeras cadenas comerciales de tiendas departamentales, restaurantes, transporte y electrodomésticos con tal de vender sus productos y servicios acudieron a esta fecha para ir incrementando sus ventas, conforme pasaría el tiempo otros mercados como el publicitario, tecnología y entretenimiento se verían beneficiados de igual o mejor manera que sus primeros socios comerciales.

El oro amor circula porque tiene valor, pero el papel moneda tiene valor porque circula.
El amor es el sentimiento más comercial que pueda existir, pues la necesidad de afecto que tiene el ser humano y que es dependiente de otro ser para sentirlo necesita demostraciones del mismo, sencillas como poemas, tarjetas o detalles impresos, canciones o un simple "te amo", de ahí a los complementarios como dulces, flores o peluches y nos vamos a los aspectos materiales de mayor inversión, servicios en busca de supuestas "nuevas experiencias" y uno de los placeres de la vida seas comunista o capitalista y capaces de crear placer, la comida. El amor es una especie de moneda intangible que se convierte de una necesidad a una ambición afectiva, es decir, necesitas consumir sentirte correspondido, si la otra persona no recibe una satisfacción material acompañada de una experiencia basada en los medios de comunicación o del entretenimiento es obvio que tus esfuerzos son inútiles; y tu al no recibir dicha satisfacción dejas de lado el romance por la ambición consumista; por supuesto, no hablo de que esto sea en todos los casos, los chocolates tienen fecha de caducidad, las flores se marchitan, el romance no muere.

Tengo mucho amor para dar.
Las promesas, el discurso capitalista que ha imperado en su aspecto político, comercial y hasta financiero ha estado también en el aspecto del romance, en el que la fidelidad, las riquezas materiales, el buen sexo y las experiencias romántico-divertidas se convierten en premisas de situaciones que probablemente jamás ocurrirán; las palabras se las lleva el viento y las demostraciones de aquello que se nos prometió en un principio se convierten en una construcción de proyectos a medias y abandonadas. No todos nacimos para ser unos románticos empedernidos; ni para estar repartiendo corazones por todos lados, en palabras de Trotsky: "Exponer a los oprimidos la verdad sobre la situación es abrirles el camino de la revolución el amor".

La peor lucha es la que no se hace.
Pero mientras solteros, forever alone y parejas en estado sentimental "complicada" se encuentran en el abismo de la auto compasión, la lástima, la vergüenza y el ridículo, otros y desgraciadamente muy pocos son los que se encuentran en esa lucha eterna por crear una armonía en sus relaciones no solamente de pareja sino con ellos mismos, recurrir a lo que hagan los demás, al engaño de los medios publicitarios, al cliché del romance creado por Hollywood; las promesas se convierten en pretextos, otro de los ya cansados discursos de la sociedad actual y así como hay recursos para la solución de problemas existen también los pensados para eludir las responsabilidades y consecuencias y es que en una sociedad donde no solo las cosas materiales se han vuelto desechables sino también las personas nos acostumbramos a ver como los grandes caen rendidos ante la falta de innovación en beneficio del otro y solo beneficiarse a ellos mismos, el romance así como el capitalismo del siglo XXI se ha vuelto desechable, de poca duración y a precios elevados; la desvalorización del mundo humano crece en razón directa de la valorización del mundo de las cosas

La revolución El amor no se hace, sino que se organiza.
Pero no solamente lo desechable se ha vuelto imperante en esta sociedad de consumo actual, sino que la mayoría quiere las cosas apresuradas, con suficiente tiempo para elaborar las tareas de uno mismo y no acomodarlas en prioridades, es decir, una falta de organización derivada de la obsesión del tiempo-dinero del individuo, la satisfacción llegada al matrimonio y/o a los hijos llega y es cuando el compromiso se convierte en una situación financiera y no sentimental; y donde el 14 de Febrero solo se convierte en una fecha comercial para uso del consumo y de una supuesta satisfacción ajena, el vacío lo que era un mito se ha convertido en una realidad para la mayoría de las parejas y para los solteros predestinados a seguir en las mismas y a querer todo como si fuera una franquicia drive-thru.

Pero como diría el buen Karl Marx: Si amas sin despertar amor, esto es, si tu amor, en cuanto amor, no produce amor recíproco, si mediante una exteriorización vital como hombre amante no te conviertes en hombre amado, tu amor es impotente, una desgracia.

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