La Utopía de Juan Gabriel.


Estamos de acuerdo que el 2016 se ha llevado a grandes músicos como David Bowie y Prince, pero en México, y quizás a nivel hispanoamérica hemos presenciado la muerte de uno de los más grandes Alberto Aguilera Valadez mejor conocido como Juan Gabriel, su lugar dentro de la música mexicana es incomparable, en un lugar que vive quizás una de sus peores crisis en la creación de nuevos talentos que perduren, que venzan las dificultades y que sobretodo rompan todos los géneros no solo musicales sino sociales.

Juan Gabriel atravesó todo tipo de situaciones adversas con tal de mantener su carrera, desconocemos su dura infancia en los campos de Parácuaro, Michoacán, su crecimiento en Ciudad Juárez, Chihuahua, lugar determinante para el crecimiento del futuro prodigio musical, tuvo que recorrer también distintas ciudades de México y Estados Unidos, escribir y componer canciones mientras vendía burritos, trabajar en el famoso Bar Noa Noa, acusado de robo en la Ciudad de México, ser coro de Angélica María y todo eso para grabar su primer album en 1971 a la edad de 21 años, Juan Gabriel supo lo duro que sería el ámbito artístico a base del trabajo y el no haber renunciado a lo que más quería hacer, cosa que los artistas de ahora no hacen, pues la mayoría de estos basados en las amistades, favores o fama momentánea consiguen grabar albums escuetos que solo se convierten en un hit de un año, lo de Juan Gabriel será como dice su canción, un amor eterno, e inolvidable.

Juan Gabriel no se conformó con lo que obtendría años adelante de su primera producción, creó un personaje, aquel que se emborrachaba en sus conciertos, despechado pero alegre, bailando sin tener las atribuciones físicas para hacerlo, manteniendo un perfil bajo y a la vez polémico, siendo estricto y cariñoso a la vez, usando la música no solo como su profesión sino como su desestrés, tan cercano y tan lejos de los fans, de la prensa y hasta de las personas del medio de la música; su perfil único fue lo que más gusto de entre el público no solo mexicano sino internacional.

Subestimamos tanto lo que se puede hacer dentro de nuestro país y cuando vemos a alguien triunfar solo nos enfocamos en lo que hace después o al primer instante que falla, más no vemos el sacrificio, las horas de trabajo, los borradores, las composiciones fallidas, las enfermedades de la garganta, las persecusiones de Hacienda, los problemas familiares; y sin embargo Juan Gabriel supo mantenerlo a raya, sin necesidad de pretenciosos managers, jamás permitió ser opacado por nada y ante nadie, solo ante su música y figura dentro del escenario.

Su faceta afeminada y homosexual, lejos de ser criticada o rechazada, en un país tan homofóbico fue no solo aceptada sino amada, independientemente del género que escuchara uno, por más internacional que fuera todos los mexicanos y la comunidad hispanoparlante se sabe al menos una canción de Juan Gabriel, mínimo las reconoce por alguna de sus famosas estrofas, las borracheras, las fiestas diversas y los distintos eventos alrededor de nuestro país y fuera de nuestras fronteras no se explicarían sin una canción de Juan Gabriel sonando, cosa que solo logran muchas veces los artistas en inglés provenientes de Estados Unidos o la Gran Bretaña.

Juan Gabriel supo afrontar a todos los grandes retos de la música mexicana, y convertirlos en un ícono, superó los Grammys, al mismo MTV, al monstruo del festival de Viña del Mar, al Palacio de Bellas Artes, al Estadio Azteca, al Auditorio Nacional, a Hollywood y en especial a cada una de las ciudades que visitó alrededor de más de 40 años de carrera; sin mencionar al público de todas las edades, géneros y clases sociales; desde las estaciones de radio clásicas hasta las más modernas, listas de reproducción en streaming con millones de reproducciones en cada una de sus obras, Juan Gabriel lejos de ser respetado era amado por su público, por el cuál literalmente e irónicamente murió dando lo mejor de él.

¿Qué le espera a México ahora con su muerte? Digamos que murió el ídolo, para convertirse ahora en La Leyenda del Divo de Juárez, está a mi parecer en lo más alto de los tops de la música, del arte y de la cultura popular mexicana; en un país donde los talentos se limitan muchas veces por la falta de oportunidades o por el centralismo que abunda en nuestro país que absorbe y suprime los sueños por las sociedades dedicadas solamente a criticar, Juan Gabriel nos dio una enorme lección de sacrificio, amor a tu trabajo y tus ideales de los mismos; labor dedicada únicamente al entretenimiento y a llevar algo de alegría al público, que a pesar de nunca expresarlo siempre supo que México se encontraba en una situación extremadamente decadente, desde las crisis económicas de los 70 hasta las desapariciones forzadas de mediados de esta década, siempre había una canción de Juan Gabriel para aliviar los corazones rotos ya fuera en una fiesta, en el quehacer, escuchándolo en algún dispositivo móvil, en el transporte público o simplemente reproduciendo alguno de sus múltiples albums.

Será prácticamente imposible suplir a Juan Gabriel, ni su propia serie de televisión ha podido igualar a la ahora Leyenda, ni cualquier artista relativamente nuevo podrá ponerse a su nivel, mientras no exista de por medio un trabajo tan digno como el suyo, mientras no logre esa conexión con todos los tipos de público, mientras no conozcan el significado del sacrificio y la exigencia, mientras se dediquen a vender solo música vacía para las niñitas alocadas, mientras no conquisten más allá de México y mientras no sepan el dolor desquitado con la música no habrá nadie como El Divo de Juárez.

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