Pobrecito mexicano en Europa.
La situación de Oswaldo Alanís y su prácticamente paso fugaz por el Getafe no debería de ser tan sorprendente, hay una pésima planeación con todo respecto al fichaje, en primera el haber salido en agencia libre de Chivas y no buscar una colocación en la Liga MX, segunda el no ser seleccionado para el Mundial de Rusia 2018 por diversos conflictos de intereses comerciales y contractuales que existen dentro de la Selección Mexicana que recayeron en la "decisión" de Juan Carlos Osorio y por último en el pésimo trabajo de negociación de su agente y del mismo jugador, es cierto, es bastante tentador jugar en Europa aunque sea en un equipo de media tabla como el 'Geta' pero el acuerdo para un jugador extranjero debe ser por lo menos ser contemplano en la plantilla, ya del contratado dependerá su esfuerzo, adaptación y jugadas clave en sus minutos aprovechados para ser titular; pero eso no pasó con Alanís y obviamente no es el primero ni el único mexicano pues hay muchas razones por las que los nacionales no triunfan en Europa.
Como se ha comentado en este blog y en diversos medios México no puede pasar al quinto partido por varias razones y una de ellas es que no tiene jugadores en los clubes top de Europa, basta con ver el cuadro que tuvo Croacia en Rusia 2018 con jugadores en el Real Madrid, Barcelona, Atlético de Madrid, Juventus, Liverpool, Mónaco, AC Milán e Inter de Milán ¿Y la Selección Mexicana? Su máximo representante Hirving Lozano juega en el PSV Eindhoven, que no es un mal club, al contrario, es uno de los máximos formadores de jugadores extranjeros pero es precisamente ese problema, que el 'Chucky' a sus 22 años no debería ser el más importante sino algunos con más experiencia que ya jueguen (de titulares) en los principales clubes de España, Italia, Alemania, Francia e Inglaterra.
Algunos alegarán que los convocados recientemente que juegan en Europa sí son titulares y han ganado títulos y que el caso de Alanís es un caso aislado, por supuesto, no se va a demeritar que jugadores como Héctor Herrera, Jesús Corona y Diego Reyes ya ganaron sus primeros títulos con el Porto, que Hirving Lozano ganó la Eredivisie en su primer año y que Marco Fabián y Carlos Salcedo ganaron la DFB Pokal con el Eintracht Frankfurt; cierto, son méritos y son bien recibidos por el fútbol mexicano y benefician a la Selección; pero aquí las cuestiones son ¿Por qué solamente ellos ganan? ¿Por qué otros se quedan en promesas? ¿Por qué otros en lugas de progresar, retroceden? ¿Por qué algunos clubes los desprecian relegándolos a la banca? ¿Por qué no hay una verdadera adaptación?
Hay algo bastante claro, el fútbol mexicano es totalmente inexperto negociando con clubes europeos, y no se trata del todo de una cuestión de idiomas o de conocer al club en cuestión social; en parte porque no ha habido un plan serio de exportar jugadores; antes de Hugo Sánchez llevar mexicanos a Europa era una cuestión exótica, una aventura, cosa bohemia incluso; el traspaso del 'Pentapichichi' lejos de ser un antes y un después en los negocios de los clubes nacionales fue más bien un mito, que el llamado Viejo Continente seguía estando lejos, apenas destacaría después Luis García en España; pero quien sí marcaría tendencia sería Rafael Márquez en 1999 y su traspaso al Mónaco, esto gracias a la formación que existió en el Atlas y a las enseñanzas durante el tiempo que estuvo el argentino Marcelo Bielsa dirigiendo al 'Rojinegro', poco a poco la tendencia de mexicanos en Europa crecería y clubes como Chivas, Pumas, Pachuca, Santos y América sabrían de técnicas para negociar bien a sus jugadores potenciales sobretodo después de los halagos que recibió la Selección Mexicana durante el proceso de Ricardo La Volpe.
Todo esto suena bien ¿Dónde está la inexperiencia? ¿Cuál es el verdadero problema? Durante el proceso de La Volpe sucedió algo inesperado, la Selección Mexicana Sub-17 se convirtió en campeona del mundo, primera vez que un equipo de categoría menor conseguía un título así; por supuesto que en un país acostumbrado a la derrota en este deporte esto causaría mucho revuelo, México se sentía en lo más alto del fútbol, listo para exportar como lo hacen los argentinos o los brasileños, los jugadores por supuesto se sintieron en lo más alto, se desbordó la euforia de jugar en Europa, los equipos locales sentían que se venía un nuevo modelo de negocio no basado en los seleccionados mayores sino los menores justo como lo que hacen en Sudamérica, la prensa se volvía loca entre rumores, los seleccionados pasaron de simples jugadores a ser los niños maravilla, prácticamente se infló a una generación, una donde jugadores como Giovanni Dos Santos y Carlos Vela pasaron del Barcelona y Arsenal respectivamente a jugar en la MLS a una edad donde ya deberían estar más que consolidados en clubes de renombre.
Estamos de acuerdo que ha habido, hay y siempre habrá jugadores inflados pero entonces otros dirán que hay otros que se están luciendo a pesar de jugar en equipos considerados medianos, por supuesto, en este caso no demeritamos a Andrés Guardado (Betis), Miguel Layún (Villarreal) o Guillermo Ochoa (Standard Lieja); en el caso de Guardado ha tomado buenas decisiones a pesar de sus lesiones y ha mantenido una carrera por decirlo estable, Layún ha sabido representarse en Europa y tener minutos a pesar de su baja de juego, pero el caso de Ochoa es particular, demasiado humo por parte de los medios durante sus actuaciones con la Selección pero pocos resultados por parte de su agente, el Ajaccio si bien fue una buena entrada la decisión del Málaga y el Granada son bastante mal planeadas, uno en no asegurar la titularidad y el otro por ser un equipo con enormes carencias para un portero de una selección que si bien no es potencia sí es una emergente, el jugar en el Standard de Lieja y una posible transferencia al Napoli es reflejo del trabajo de Paco Memo más no de su quien lo representa.
La incapacidad de negociación de los agentes además de los pocos proyectos para impulsar verdaderamente las carreras de los jóvenes en México son parte del problema del por qué estos no pueden deslumbrar en Europa; es entonces cuando algunos alegan que "también los extranjeros tiene la culpa", no son el problema directo pero sí hay algo que ver, priorizar por conveniencia mercadológica y por "favores" a promotores a los no nacidos en el país y dejar rezagados a futbolistas nacionales ese es el problema, además de los ya mencionados "sobornos" que tienen que pagar para que los pongan en la alineación, agregar que tampoco está bien diversificado el talento, pocos son los clubes que siguen manejando la formación juvenil para tener oportunidades futuras de venderlo ya sea a algún sitio europeo o a un club que pague más, el caso de Pachuca, Santos, América y Monterrey, y en algún momento Pumas, Atlas y Chivas ¿Por qué no lo hacen los demás clubes también? Porque es prioridad entregar resultados lo más pronto posible no solo a la liga sino a los patrocinadores y sobretodo a las televisoras que son al final las que controlan el destino de los jugadores junto a promotores y agentes.
Pero entonces encontramos al último responsable, la prensa mexicana, desde el boom de las exportaciones a mediados del 2000 ha sido recurrente para la televisión y los diarios "vender humo", ya sea por rating, publicaciones vendidas o por el famoso clicbait; primero inflan al jugador y después lo critican, un círculo vicioso recurrente en los últimos años, y si bien no son directamente responsables de que no triunfe el futbolista compatriota sí generan un ambiente pesado que a la vez estos quieren evadir debido a la mentalidad que no se trabaja ni en fuerzas básicas y mucho menos en el primer equipo, además de que pocos futbolistas han sabido manejar su imagen, ese es otro detalle que los agentes no han sabido como dar a conocer a su cliente, entonces ¿Qué tan viable se ha vuelto ir a Europa para el jugador mexicano? Hay que aclarar que una cosa es irse como Alanís, otra es mantenerse como Guardado y otra cotizarse como Márquez; tres perfiles totalmente diferentes que dependen no solo de la mentalidad del jugador sino de la capacidad de saber quien realmente le dará minutos y contratos.
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