Jamás tendremos un House of Cards.
"Carajo, pero qué buena serie" esa fue mi reacción por cada vez que me impresionaba y me emocionaba cada acción de los Underwood en la serie producida por Netflix House of Cards, inmediatamente vienen los comparativos ¿Por qué no podemos en México producir tal cosa? No solamente una temática dramática política sino también otras series que están convirtiéndose en la sensación del streaming, ejemplos varios, Orange is the New Black, Game of Thrones, Mad Men, Breaking Bad, Black Mirror, The Crown, entre muchas otras; pero también otras que marcaron época en la televisión como Friends, Los Soprano, Seinfield, La Ley y el Orden, etc.; la televisión mexicana ha sido incapaz de producir historias con bastante profundidad a pesar de que sí se tiene el equipo y la forma de lograrlo ¿Por qué?
El entretenimiento en la televisión mexicana se limitó exclusivamente a las telenovelas, fue tanta la dependencia tanto de Televisa como de TV Azteca que la formula terminó por acabarse, tampoco habría que decir que el formato era malo, porque incluso algunas llegaron a ser atrapantes como el de cualquier serie, el problema empieza cuando las cadenas televisivas caen en esa zona de comfort y empiezan a crear contenidos por cantidad y no por calidad; porque ciertamente el público mexicano lo va a seguir consumiendo muy a pesar de que los actores ya no son completos (es decir que actuen en teatro, televisión y cine) y de que las historias ya no son atrapantes sino refritos.
Hay que tomar en cuenta también que por muchos años la televisión estuvo controlada por la censura del gobierno, era imposible pensar al menos en una serie enfocada en crímenes o dramas políticos, incluso los programas de comedia estaban bajo rigurosos métodos de crítica social, no es casualidad que el humorismo blanco de 'Chespirito' y los juegos de palabras de Eugenio Derbez hayan triunfado por encima de Héctor Suárez y Andrés Bustamante; sería hasta el gobierno de Vicente Fox cuando se da una mejor apertura a que la televisión pudiera burlarse del gobierno, cosa que se mantiene a la fecha, entonces ¿Por qué no ha habido mejores contenidos televisivos? Nuevamente volvemos a la comodidad de las televisoras y por supuesto de muchos de los productores, dejando a unos pocos con un presupuesto extra limitado en horarios difíciles de darles seguimiento, pero ante la competición con los sistemas de streaming el consumidor encuentra mejores contenidos y a la mano, las crisis de ambas televisoras no son razones de la casualidad, tampoco una moda que se vea del todo breve.
Netflix a sabiendas de la comodidad que viven las televisoras ha decidido apostar por la creación de series mexicanas, y es aquí cuando tenemos a Club de Cuervos, Ingobernable y los próximos trabajos de Manolo Caro más la serie de Luis Miguel, la pregunta es ¿Son buenas? La respuesta es un rotundo no, pero tampoco hay que decir que son malas, porque el formato de series es un terreno aún desconocido para México (y para Hispanoamérica también); está encontrando su fase de experimentación y su iniciación con la comedia, la acción, el drama y lo basado en hechos reales.
Al mismo tiempo los productores mexicanos tienen que aprender como crear verdaderamente el formato de una serie y que sea tan exitosa como las producciones recientes de las cuales tanto se comentan, es decir, que los protagonistas (e incluso los papeles secundarios) tengan no solamente personalidad sino un por qué de su comportamiento, historias profundas que hagan pensar al espectador creando lazos entre sus biografías ficticias; y es aquí cuando pasamos al rol que juegan los actores, una de las principales quejas de los principales críticos y especialistas del entretenimiento (no confundir con reporteros de espectáculos) es que los nombres que aparecen en estas series han sido demasiado inflados, se sienten completos y ya no temen a los retos porque ya llegaron a la "cúspide de sus carreras"; mientras en Estados Unidos o Reino Unido (otro país especializado en series) tanto producción como actuación mantienen (en la gran mayoría de los casos) la línea de la compostura ante los medios, la fama y la crítica; además de enfatizar y complementar su carreras en el teatro, la conducción, el cine, la televisión, etc.
El público al mismo tiempo desconfía de los trabajos de las series mexicanas, podría decirse que hasta cierto punto tienen razón, las telenovelas atraviesan su peor momento, las series solo engrandecen el morbo de la audiencia dejando a un lado la calidad y el cine se encarga de estereotipar al mexicano en sí; en este último encontramos un grave error, la cinematografía mexicana tiene calidad pero se encuentra en rubros desconocidos o independientes; estas películas se animan y atreven a reflejar el verdadero México y que en ocasiones no nos atrevemos a reconocer, y no lo dicen las buenas críticas sino hasta la misma literatura nacional, porque para contar historias en un país tan surrealista como el nuestro, hay que ir a los orígenes.
Hay que tomar en cuenta también que por muchos años la televisión estuvo controlada por la censura del gobierno, era imposible pensar al menos en una serie enfocada en crímenes o dramas políticos, incluso los programas de comedia estaban bajo rigurosos métodos de crítica social, no es casualidad que el humorismo blanco de 'Chespirito' y los juegos de palabras de Eugenio Derbez hayan triunfado por encima de Héctor Suárez y Andrés Bustamante; sería hasta el gobierno de Vicente Fox cuando se da una mejor apertura a que la televisión pudiera burlarse del gobierno, cosa que se mantiene a la fecha, entonces ¿Por qué no ha habido mejores contenidos televisivos? Nuevamente volvemos a la comodidad de las televisoras y por supuesto de muchos de los productores, dejando a unos pocos con un presupuesto extra limitado en horarios difíciles de darles seguimiento, pero ante la competición con los sistemas de streaming el consumidor encuentra mejores contenidos y a la mano, las crisis de ambas televisoras no son razones de la casualidad, tampoco una moda que se vea del todo breve.
Netflix a sabiendas de la comodidad que viven las televisoras ha decidido apostar por la creación de series mexicanas, y es aquí cuando tenemos a Club de Cuervos, Ingobernable y los próximos trabajos de Manolo Caro más la serie de Luis Miguel, la pregunta es ¿Son buenas? La respuesta es un rotundo no, pero tampoco hay que decir que son malas, porque el formato de series es un terreno aún desconocido para México (y para Hispanoamérica también); está encontrando su fase de experimentación y su iniciación con la comedia, la acción, el drama y lo basado en hechos reales.
Al mismo tiempo los productores mexicanos tienen que aprender como crear verdaderamente el formato de una serie y que sea tan exitosa como las producciones recientes de las cuales tanto se comentan, es decir, que los protagonistas (e incluso los papeles secundarios) tengan no solamente personalidad sino un por qué de su comportamiento, historias profundas que hagan pensar al espectador creando lazos entre sus biografías ficticias; y es aquí cuando pasamos al rol que juegan los actores, una de las principales quejas de los principales críticos y especialistas del entretenimiento (no confundir con reporteros de espectáculos) es que los nombres que aparecen en estas series han sido demasiado inflados, se sienten completos y ya no temen a los retos porque ya llegaron a la "cúspide de sus carreras"; mientras en Estados Unidos o Reino Unido (otro país especializado en series) tanto producción como actuación mantienen (en la gran mayoría de los casos) la línea de la compostura ante los medios, la fama y la crítica; además de enfatizar y complementar su carreras en el teatro, la conducción, el cine, la televisión, etc.
El público al mismo tiempo desconfía de los trabajos de las series mexicanas, podría decirse que hasta cierto punto tienen razón, las telenovelas atraviesan su peor momento, las series solo engrandecen el morbo de la audiencia dejando a un lado la calidad y el cine se encarga de estereotipar al mexicano en sí; en este último encontramos un grave error, la cinematografía mexicana tiene calidad pero se encuentra en rubros desconocidos o independientes; estas películas se animan y atreven a reflejar el verdadero México y que en ocasiones no nos atrevemos a reconocer, y no lo dicen las buenas críticas sino hasta la misma literatura nacional, porque para contar historias en un país tan surrealista como el nuestro, hay que ir a los orígenes.
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