La (in)cultura del transporte en México.


Siempre he pensado que uno de los más grandes problemas del país además de la corrupción, la educación y la inseguridad, es el transporte público, para los mexicanos usarlo es sinónimo de pobreza cuando en el primer mundo es considerado prioridad incluso antes del automóvil, pero obviamente esto no es un país desarrollado, el solo hecho de usar el autobús (o camión como se le conoce comúnmente) ya es sinónimo de pobreza y el tener un carro significa la riqueza, esto derivado de la disponibilidad, comodidad, seguridad y diferentes usos que la triste oferta de transportación no ofrece.

Camión, taxi y digan que les fue bien.
Con excepción de Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey muchas de las ciudades cuentan con solo dos tipos de transporte, autobús y taxi, en algunas ciudades como León, Puebla, Pachuca, Chihuahua y Ciudad Juárez ya empezaron a implementar su sitema de Autobús de Tránsito Rápido (conocido popularmente como Metrobús), sin embargo su oferta en rutas sigue siendo insuficiente para estas urbes y los tiempos de construcción de las estaciones toman demasiado, sin mencionar los costos que muchas veces no quedan bien esclarecidos; además de que no todos los importantes puntos del país se encuentran en condiciones de tener este sistema, ya sea por la estructura de sus calles, la poca inversión en transporte y por supuesto la corrupción.

Desconocimiento del medio.
La falta de imaginación de los gobernantes y de las personas a cargo del transporte público en México les han faltado ideas en más alternativas de transporte, es cierto, cada ciudad importante del país es diferente, tiene distintas necesidades y su paisaje urbano, natural y climatológico varia, pero eso no quita que haya más oferta en cuanto a sistemas de transporte y es que la clase política mexicana desconocen totalmente las necesidades que tienen los usuarios del transporte público, por supuesto ellos cuentan con sus choferes y sus carros de lujos y al mismo tiempo quienes tienen que trasladarse a sus destinos mediante las tristes unidades desconocen el cuidado de estas, esto ante el desconocimiento de la definición de servicio y la reclamación de derechos tanto laborales como de ocupantes; además de que las supuestas renovaciones o construcciones en pro de la transportación es mera propaganda política, es decir, los presidentes municipales, gobernadores y presidentes construyen paradas, compran nuevos camiones, el servicio es prestado bajo los colores del partido y al momento de que entra otro cambian casi radicalmente no solo la imagen sino los reglamentos donde los únicos excentos son los sindicatos, quienes conforman otra mafia que invade y perjudica a los usuarios, mismos que quedan conformes con el servicio que se les presta pues la necesidad de ir a un lugar a otro es más importante que las condiciones en las que se traslada.

La bicicleta, la alternativa (?)
En algunas partes del país están empezando a implementar ciclovías o carriles especiales, por el momento insuficientes por supuesto como muchas de las cosas que suceden con la transportación de personas en México, aún así la bicicleta sigue siendo un medio de transporte arriesgado por la falta de cultura y respeto tanto de los automovilistas como de los peatones y de los mismos ciclistas, donde encontramos al mismo tiempo un pequeño sector que se ha vuelto bastante pretencioso ¿Con qué fin? El de pretender que son parte del cambio y no del problema cuando más bien solo presumen y no culturizan a los propios para tener una verdadera cultura vial en este sentido, tampoco los gobiernos colaboran mucho, no hay publicidad invertida, la señalética es bastante pobre, no hay suficientes programas como ECOBICI o MIBICI; además de que no todas las ciudades del país pueden tener una cultura de este tipo debido a las condiciones climatológicas y geográficas, sobretodon en las partes norte y sur del país.

Uber, la amenaza (?)
En este humilde espacio hemos hablado varias veces de lo que ha significado la llegada de Uber (y otras aplicaciones similares) a distintas partes del país, todas con bastantes polémicas pues prestan servicios similares a bajo costo mientras que los taxistas ven amenazados sus ingresos, las concesiones, las placas, los permisos y hasta el diseño del taxi son bastante elevados mientras que en Uber solo requieres un vehículo nuevo/seminuevo y un smartphone para prestar el servicio; habría que sumar que el servicio público ha estado rezagado y conformista por muchos años, porque no había existido un sistema de evaluación, se escogía el servicio y si era bueno o malo no importaba, el disgusto de los usuarios en varias partes del país por supuesto que era notorio, sistemas corruptos, carros en pésimo estado, sin oportunidad de pagar con tarjetas bancarias o facturación, taxímetros adulterados y el temor de la inseguridad a bordo sin la oportunidad de denunciarlos porque estos están protegidos por sindicatos o contactos en los sistemas de transporte; el taxi no ha sabido competir con Uber y es por eso que las nuevas generaciones prefieren una aplicación que el sistema que el gobierno supuestamente le está ofreciendo.

Aumento a las tarifas y particulares ¿Una justificación?
Se piensa que aumentar el costo de las tarifas del transporte ayudaría a mejorar las condiciones de las unidades y de los trabajadores, pero se ha comprobado que nunca ha sido beneficioso, pues solo costean en su mayoría el combustible y la corrupción, pocas veces en mantenimiento o en infraestructura, nadie sabe a dónde va exactamente ese dinero y los usuarios tienen que seguirse conformando con un servicio que solo depende de la suerte y donde añoran la adquisición de un vehículo particular, aumentando entonces la cantidad de emisiones contaminantes al ambiente; además de que no todas las vialidades en el país están hechas para contener tantos automóviles ¿Qué hace el gobierno entonces? Escoger la solución final y no la de raíz, es aquí cuando salen los puentes, la ampliación de vialidades y el poco favorecimiento al peatón, en lugar de escoger el inicio del problema, el cómo reducir no solo los automotores dentro de las calles sino también los agentes contaminantes de los mismos, y los programas de verficación o "No Circula" no van a funcionar si el transporte público no se pone como prioridad en lugar de un acto de conformismo.

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