Gays de ciudad chica.


Cuando nos mencionan lugares donde existen más libertades de las personas homosexuales o como muchos han querido llamarle "gay-friendly" por lo general pensamos en ciudades como San Francisco, Nueva York, Londres, Berlín, Los Angeles, Barcelona, Madrid, París, Miami o la Ciudad de México ¿Qué tienen en común estos lugares? Todas son ciudades grandes o de enorme importancia turística y financiera, con eventos y lugares para todos los gustos, donde la legislación a favor de sus derechos es oportuna y no importa lo que hagan no hay chismes ni personas juzgándolos; pareciera que vivir o visitar algunos de estos lugares es una especie de meta, pero entonces ¿Qué pasa con las ciudades pequeñas?

El pensamiento de muchas personas gays es casi siempre al sentido liberal, claro, es el más conveniente para su sexualidad y compromiso sentimental, lo conservador y la historia le genera revulsión, claro se trata del sistema que por muchos años ha reprimido esta preferencia y porque muchas de estas ideas han sido generadas por su "principal enemigo", la religión, sobretodo el cristianismo y su influencia en prácticamente toda la cultural occidental, y más en Latinoamérica; hablamos de una ideología que además de haber fusionado ciertos elementos ancestrales a su conveniencia con los pueblos a los que ha llegado ha durado siglos, y aunque las ciudades grandes o importantes han tenido más apertura a otras religiones o al mismo ateísmo, en las "provincias" la iglesia sigue teniendo poder sobre el pensamiento de la población y por supuesto de la clase política.

Hablamos de sectores donde la homosexualidad sigue siendo tema de escándalo no solamente entre las personas apegadas a la religión sino en los mismos gays, ante la imposibilidad de una preferencia abierta, estereotipada y con poca o escasa unión en materia legislativa, uno podría pensar entonces que esto es impermisible y que debe de haber algún movimiento para que existen mayores libertades, pero en estas poblaciones existe muchísima ignorancia con respecto a este tema, y no se trata de una cuestión en la infraestructura educativa, sino a que la aceptación gay por parte de la sociedad civil es un tema reciente que lleva apenas entre 40 y 50 años y como muchos de los progresos sociales modernos tardan en llegar a las ciudades no tan importantes de cada país o estado, en el caso de países como los latinoamericanos esta aceptación de las ciudades pequeñas podría deberse al abundante centralismo que impera en sus sistemas de legislación, educación, infraestructura e incluso turismo.

El estilo de vida de las ciudades chicas también juega un papel importante pues muchas de estas progresaron en base a sus recursos naturales ya sea la agricultura, ganadería, pesca o el mismo turismo de campo; son estilos conservadores aunque podríamos reconocer que existe la unión familiar y social, pero para hablar de un progreso de aceptación basada en esta unión se tienen que abandonar las zonas de comfort del individuo que se han mencionado en este blog tales como "la discreción", la fragilidad masculina, el rechazo a los "afeminados" y el peso mental por el "¿Qué dirán?"; agregar también como algunas asociaciones pro LGBT se han convertido en mafias y creadores de campañas en contra de la clase heterosexual; sin mencionar que en tiempos recientes ante el boom de las aplicaciones de ligue vía smartphone se ha vuelto moda "quemar" a través de distintas redes sociales a aquellos pretendientes malogrados, personas que llevan mucho tiempo en la app o que tienen cierta reputación sexual; lo cuál genera aún más temor entre estos sectores y el engrandecimiento del movimiento "discreto".

Pensaría uno que la solución sería que se mudaran a una ciudad que sí sea gay-friendly, pero que por obvias razones esto es imposible además de que eso no garantizaría su felicidad personal, sexual y sentimental; sería como la clásica historia de telenovela de la chica de pueblo que se muda a la gran ciudad y le cuesta trabajo adaptarse; además de que las urbes grandes debido a su ritmo de vida acelerado son más propensas a una actitud más superficial, y como los hombres gays son más visuales y enfocados en físicos su grado de exigencia se vuelve mayor, esto ya está sucediendo en sitios aún más liberales donde la sexualidad se antepone a lo sentimental ¿Es algo malo? Depende de las metas y límites de cada quien; aunque si hay que señalar que quienes logran mudarse o mínimo visitar una ciudad abierta y liberal empieza a generar un repudio y rencor a su sitio natal o de procedencia, pero lejos de usar ese enojo o decepción en una lucha o tratar de mejorar su entorno decide solamente quejarse o quedarse en su zona de comfort.

Esto no quiere decir que todos tengan que estén obligados a convertirse en los Harvey Milk de provincia o que realicen desfiles como en las grandes ciudades, recordemos que es una lucha individual diaria de aceptación, hay que quitarse la idea de que todas las ciudades tienen que pensar igual, tiene que haber una cultura de adaptación y una identidad, que es lo que queremos que distinga a nuestra ciudad, estado o pueblo por sobre esos lugares que se mencionaron al principio, una distinción que no sea la homofobia.

Dedicado a la Organización Just Fly quienes dedican su tiempo a que una ciudad chica esté en la lucha de la aceptación individual y social.

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