Otra vez Uber... y los taxistas.
Parece que la llegada de Uber a México ha generado diversas polémicas; sobretodo con el sistema de transporte público quienes alegan que su sistema es ilegal y que el gobierno es cómplice de permitir su incursión en distintas ciudades del país, ninguna urbe se ha escapado de las peticiones de los taxistas quienes piden desde su regularización en materia de impuestos (como los que ellos pagan) hasta su desaparición; por supuesto, los taxistas están en todo su derecho de manifestar su descontento por la llegada de la famosa aplicación (y otras más que se van anexando) pero ¿Acaso están tomando en cuenta la opinión más importante? Me refiero por supuesto a la del usuario.
Uber, además de ver a nuestro país como una oportunidad de negocios también lo vio como un sitio de necesidad de transporte alternativo, esto en base a las condiciones inestables no solo de los taxis, sino de autobuses (y derivados), trenes y metro; podemos agregar también las pocas ciclovías y la cultura hacia la misma, pero enfocándonos más en los vehículos encontramos situaciones como la inseguridad, los cobros excesivos, la falta de alternativas de pago, las condiciones de las unidades, corrupción en sus sindicatos, unidades en mal estado, antiguas o contaminantes, la calidad del servicio por parte de sus conductores y su disponibilidad.
Los taxistas solo tienen su afán de manifestar únicamente sus intereses personales, económicos y sindicales lejos de mejorar sus servicios deciden mantenerlos en su antigua y muchas veces raquítica condición de servicio, y dedicarse a eliminar la punta del problema y no la raíz, en este caso la eliminación y supuesto encarcelamiento de quienes manejen Uber condicionando la seguridad de usuarios nuevamente y la libertad de escoger su transporte preferido o de conveniencia, porque al final estamos hablando de competencia.
Se ha dicho en varias ocasiones que para que una ciudad/país/región sea considerada de primer mundo esta tiene que ofrecer diferentes medios de transporte tanto públicos como privados, además de vialidades en perfectas condiciones para evitar los agentes contaminantes y ampliar más el flujo económico; sin embargo estos conceptos son completamente desconocidos para los taxistas quienes prefieren monopolizar el transporte, en este caso el del automóvil, por diversas razones, su nivel de escolaridad y conocimientos generales, por defender su patrimonio y quizás única fuente de ingresos, porque si alguien quiere competir que la ley se les aplique (o perjudique) igual, para evitar perder su poder o participación sindicalista o simplemente porque no les parece Uber.
Durante varios años el mismo gobierno ha intentado que el taxi sea regularizado y hasta la fecha existen varias incógnitas en cuanto a su sistema en varios puntos de la república, quizás la más importante es evitar, denunciar y castigar los taxis piratas, quienes lejos de ser la competencia son una amenaza, y es aquí cuando entramos a otro tema relacionado, el de la seguridad, desde hace varias décadas se han hecho diversos operativos alrededor del país no solo para evitar que el dinero del pasaje pase a otras manos, también porque algunos son usados para asaltos, secuestros, asesinatos y narcotráfico, lo que incrementa la desconfianza del usuario para solicitar un taxi; en cambio Uber presenta una plataforma más confiable, y aunque no se ha escapado de algunos escándalos dentro de sus unidades la gran mayoría han sido resueltas por la compañía.
Otro detalle que no se ha regularizado del todo es la calidad del servicio y el costo de los pasajes, mientras Uber apuesta por unidades con modelos recientes los taxis en México apenas subsisten en sus Tsurus de diversos años con problemas en el motor, falta de mantenimiento y sin refrigeración más unos pocos que manejan modelos nuevos o seminuevos que por lo regular son los que se encuentran en sitios de renombre o en aeropuertos; estos al no ser evaluados como lo hacen en una aplicación móvil pueden ofrecer el servicio que les de la gana, con la vestimenta inadecuada, decorando el vehículo de una manera bastante peculiar, en ocasiones incomodan al usuario con el ambiente que implica el trayecto y un trato que a veces deja mucho que desear y del cual no puede proceder un queja porque "un buen servicio" o "detalles extra" no viene en el paquete, sobretodo si tomamos en cuenta que en algunas ciudades no hay uso del famoso taximetro o bien la alteración del mismo; el desconocimiento de las tarifas que al mismo tiempo son altas y las prácticamente nulas opciones de pago se suman a los miles de motivos por los que prefieren los usuarios un sistema de evaluación de su transporte más sencilla, eficaz y con una interacción más amigable.
Aunque tampoco hay que satanizar a los taxis, así como hay malos taxistas que son los que prefieren manifestarse en contra de Uber hay otros que prefieren enfocarse en lo importante, mantener la competencia y no perder su mercado, que aunque ya no está enfocado en el juvenil de media clase hacia arriba todavía dispone de las clases bajas que no tienen acceso a un smartphone y/o a un plan de internet móvil, aunado a sus alfabetismo tecnológico, su región socioeconómica y disponibilidad de transporte, es decir, no todo está perdido y eso lo saben más que nada los taxis de sitio (sobretodo en lugares concurridos) o los que cumplen con calidad, eficiencia y costos accesibles.
Para que una comunidad capitalista funcione tiene que haber competencia, el taxista tiene que aprender a competir no solo con Uber o apps similares, sino con los demás servicios de transporte público/privados, si los clientes prefieren un sistema que no corresponde al gobierno quiere decir que hay un problema y hay que ir a la raíz del asunto antes de pretender eliminar algo que lejos de convertirse en problema crea una nueva forma de servicio, al final de cuentas quien termina más perjudicado, es el cliente.
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ResponderEliminartu tiempo libre :) http://sociosubermx.com